Ocurrió hace
mucho tiempo en una ciudad llamada Jerusalén, mucha gente llegaba hasta allí
para celebrar una fiesta religiosa llamada Pentecostés (cincuenta días después
de la Pascua),
que se hacia para dar gracias por las cosechas.
Los apóstoles estaban escondidos en una casa para que nadie se diera
cuenta que ellos se encontraban en Jerusalén, porque los soldados romanos los
estaban buscando para eliminarlos y por eso tenían mucho miedo. Estaban esperando un regalo que les había prometido Jesús. La última vez que
estuvieron con Él, Jesús les dijo que les iba a enviar un regalo que los
llenaría de fuerza y energía para que pudieran contarle a todo el mundo las
hermosas cosas que habían vivido junto a Él.
De pronto, en ese lugar, se sintió un ruido muy grande que venía desde
el cielo, era un ruido como de un viento muy fuerte que estremeció toda la casa
donde se encontraban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se fueron
posando sobre cada uno de los apóstoles, de inmediato ellos sintieron que algo
diferente les pasaba, ya no sentían miedo, ya no querían estar más escondidos,
entonces, salieron de la casa y comenzaron a hablarle a la gente que se
encontraba en Jerusalén.
Muchas personas de distintos países habían llegado a celebrar la fiesta
de Pentecostés y los apóstoles les hablaban a cada uno de ellos en su propio
idioma, todos estaba muy sorprendidos, y los apóstoles se dieron cuenta que ese
era el regalo que tanto habían estado esperando, era el Espíritu Santo que les
traía siete dones para poder compartirlos con la gente y así poder hablarles de
las maravillas de Jesús.
FUENTE: http://pastoraljavierdenavarra.blogspot.com
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